Con este séptimo tomo abre el tratado Seudología el arco iris de las prácticas engañosas que nos llevará hasta el final de nuestro largo viaje por el reino de la falsía. Iremos desplegando en adelante todas las mentiras y engaños de la acción humana según el criterio moral naturalista expuesto en el volumen sexto, Ética de la verdad y de la mentira: son buenas aquellas mentiras cuyas intenciones y consecuencias tienden a aumentar el bienestar y la felicidad; malas, aquellas que tienden a aumentar el sufrimiento y la desgracia.
En el número de las mentiras detestables emplazo en primer lugar la del poder político, que es el poder en su máxima expresión. Sostendré que esta es la peor de todas las formas de engaño. Aunque también sirve para mantener la paz social, cumpliendo con ello una tarea de indudable importancia, el engaño político ocupa el puesto más bajo en el conjunto arquitectónico de este tratado porque agrega al uso de la fuerza que funda todo dominio la superchería legitimadora que permite a los fuertes ahondar la explotación secular sobre los débiles.[…]
El disimulo y la falsedad en interés propio son intrínsecos a todo poder constituido no sólo debido a la mentalidad necesaria para lograr y conservar el mando, sino también debido al origen criminal de ese mando. […] En todo tiempo, en efecto, existe un factor invariable para las ficciones interesadas del gobierno: la necesidad de ocultar la causa originaria, objetiva y al tiempo inconfesable, del actual dominio de unos hombres sobre otros, a saber, la violencia y la opresión.