“Cuenta los años que ella denomina de su ‘existencia inexistente’. La desoladora victoria del fascismo, que durante los primeros momentos la obligó a recorrer la cárcel y el campo de concentración, convirtió después su ciudad en una inmensa ratonera, calles como trampas y traidores en todas las esquinas. Carmen se llevó la angustia por el destino de Eugenio, el amor al que permaneció fi el toda la vida, fusilado muy pronto, en agosto de 1939. Pero ninguna adversidad lograría disociar el nombre de Carmen del significado de su apellido.” (Almudena Grandes).