Este es un libro que derrota soledades. Cada página cumple la poética misión de acompañarnos en un viaje que nos revela, paso a paso, la trayectoria de nosotros mismos, como si estuviéramos frente a verdades nuestras, amadas desde siempre. No estamos solos, parece decirnos en un susurro la autora. La muerte es un pretexto de la luz. He aquí otra de las enseñanzas que empezamos a sentir, más que saber, con la lectura de estos poemas. Porque nada eterno puede ser conocido sin la grandeza de las pequeñas cosas que nos asisten día a día: vivir. Así la lectura del último poema hace la compañía, por ser parte del amanecer, principio y fin de Cuarto creciente. (IVÁN GONZÁLEZ CRUZ)
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