La poesía autobiográfica de Nagid –la cual permite que nos asomemos al mundo interior del poeta, así como a sus vivencias tempranas y tardías –es honesta y valiente, de manera que es imposible permanecer indiferente ante ella. También el estilo de su poesía es peculiar y suscita curiosidad. La apertura y honestidad de la obra de Nagid está envuelta en un aura de suave ironía tragicómica. Sus descripciones de una realidad dolorosa, caótica, incierta, son muy concretas y están enmarcadas dentro de las limitaciones formales de una poesía cuya rima y ritmo son cuasi clásicos. Su libro Siur be-ezor asur [Paseo en la zona prohibida] está compuesto de 88 sonetos que cumplen con las reglas de rima y ritmo convencionales, suscitando así una sensación de estructuración del dolor, de que éste ha sido demarcado con límites claros. La ironía tragicómica que distingue a esta escritura en su abordaje de temas sencillos y complejos conjuntamente, produce diversión aunque también conmueve y estremece. A este estilo debe añadirse la riqueza verbal, el uso de un lenguaje (hebreo) elevado, sofisticado pero no pedante, y suficientemente claro, el cual permite descubrir en cada nueva lectura niveles adicionales de la obra. Asimismo, el hecho de haber crecido en un ambiente religioso le ha permitido a Nagid insertar en sus poemas conceptos y motivos bíblicos, dando origen así a una novedosa e interesante dimensión de su obra.