Es esta la primera novela de la literatura en lengua española que presenta el tema de la homosexualidad en las cárceles de hombres. El autor, Carlos Montenegro (1900-1981), nació de padres cubanos pero en la aldea gallega de Arosa, y se traslada a la Isla a los siete años de edad. Desde joven estuvo vinculado a los bajos mundos y apenas con 19 años es llevado a la cárcel por un hecho de sangre. Este contacto temprano con un ambiente tan adverso como puede ser una prisión marcó su carácter y determinó su vocación narrativa. Será un escritor hijo del presidio, que se evade de su celda gracias a la escritura, componiendo cuentos que se publican en la prensa cubana de su época y que le ganan notoriedad literaria y a los que debe su libertad.
De las experiencias carcelarias se nutre la precursora e importante novela Hombres sin mujer (1937), en que Montenegro narra una historia que transcurre en una cárcel cubana, donde convive el hombre sin mujer, al calor del trópico y bajo el salvaje dictado de su sexualidad. Cuenta el drama de un presidiario de poca cultura, quien pese al contexto en que está forzado a sobrevivir mantiene intactos sus valores morales hasta que el ingreso en prisión de un adolescente hermoso e indefenso pone en crisis sus convicciones con el brote de una nueva sensibilidad, sorprendente para él.
La pieza, de trágico final ofrece un cuadro realista y una tesis sobre la condición humana, al tiempo que logra transmitir la zozobra de una reclusión que debía conducir a la reeducación del individuo y lejos de este objetivo lo destruye como ser humano.