La amapola amarilla nos enseña que las diferencias que existen entre nosotros, lejos de suponer barreras que dificulten la convivencia, enriquecen nuestro mundo y la visión que tenemos de él. Todos somos diferentes, pero estas características particulares de cada uno hacen que la vida sea mucho más divertida de como sería si solo la miráramos en un solo color.