Algunos espíritus religiosos nos informan, de cuando en cuando, acerca de la inminente llegada del fin del mundo. El peligro no da paso a la extinción de la vida en el planeta y, además, no parece alterar demasiado las costumbres de nuestros contemporáneos. El sismo final apenas se insinúa, y el último, apocalíptico tsunami, no deja de ser una noticia de costas lejanas. El aparente fin de todas las cosas es un canto y una pregunta sobre nuestra presencia sobre la faz de la tierra. Libro conmovedor, que al tiempo que intensifica nuestra percepción de la realidad, presenta al hombre como un habitante de los caminos, un ser abierto a lo que la intemperie le depare. En estas páginas, lo racional, lo irracional y lo mítico alcanzan la expresión apasionada de un vigor notable.
Por otra parte, el estilo del poeta, que a lo largo de muchos años ha dado muestras de dos virtudes hoy escasas en la literatura, versatilidad y elegancia, alcanza en el libro que ahora publicamos uno de sus momentos más felices. Escritos como una sucesión de instantes a los que une una voluntad que gobierna al verso y se sujeta a la misteriosa musicalidad que lo dicta, los poemas no crean el sentido unitario de este libro, sino que lo aceptan como una verdad que los trasciende. La escritura de Jacobo Rauskin da lugar a la poesía de las cosas tanto como a la de las palabras que las nombran. Trabajo fundamental en estos poemas es la decantación de los datos de la memoria colectiva y su rescate en medio de la sociedad en la que nos toca vivir. Enemiga de la memoria, la sociedad actual, desde la perspectiva del autor, idealiza un presente perpetuo, individual, animal y, también, intrascendente.
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