Más allá de lo que nos dice su autor en un primer plano, El Principito nos regala, en una segunda lectura, un tesoro de ideales, imágenes y símbolos que este ensayo descubre al lector para ayudarlo a comprender la magnitud de la obra. Este trabajo recoge el modelo de comportamiento que Saint-Exupéry desea por parte de los adultos en relación con la infancia. La imaginación y la voluntad del escritor se pueden entender asociadas a valores éticos: su mayor ideal es conseguir que el hombre sea cada vez más humano. El análisis del contenido simbólico plasmado en la obra también nos revela su ideología religiosa: su doctrina apunta a la salvación del alma del hombre.
Por ello, en el segundo capítulo acontece la aparición de un niño extraordinario que –en pleno desierto– le pide al aviador el dibujo de un cordero –que quita los pecados del mundo–. La obra, en general, resume los objetivos más importantes de su autor: la libertad necesaria para la existencia, el amor y el razonamiento como vías para hacer reinar al hombre sobre sí mismo en comunión con los otros.
El ensayo descubre una nueva lectura que conjuga la vida de Saint-Exupéry, sus ideales religioso-filosóficos y cuatro de sus últimas obras, a saber: Tierra de los hombres (1939), Piloto de guerra (1942), El Principito (1943) y Carta a un rehén (1943).
Este nuevo ensayo asegura la comprensión de El Principito entre jóvenes y adultos, pues más allá de lo que nos dice su autor, en un primer plano, la obra contiene, en un segundo plano, un tesoro de ideales, imágenes y símbolos que son descubiertos, a fin de ayudar al lector a comprender su magnitud. El libro resume los mayores ideales de Saint-Exupéry: la libertad necesaria para la existencia, porque permite el devenir temporal individual y grupal, el amor que implica responsabilidad y respeto y el razonamiento como vía para hacer reinar al hombre sobre sí mismo en comunicación con los otros.