Leí los poemas de Patricia Benavente en el más absoluto silencio y los leí con el cora-zón, como deben leerse los versos cuando el efluvio cristalino de la pluma emana de un espíritu sensitivo y delicado. Sus versos están delineados con suave sumisión al ritmo, al sonido y a la idea. La autora evitó el verso oscuro y grandilocuente –tan común en los poetas de hoy–.Su delicada sensibilidad, la serena reflexión y el constante lirismo de su sangre la condujo hacia la claridad de la palabra y a la exactitud de la expresión. La poeta nos ofrece una diversidad temática que va desde la nostalgia al romanticis-mo, del dolor a esperanza, del silencio a la ausencia, del “Beso alado”, ósculo tierno e ingenuo al “Bésame”,el beso fecundo y ardiente… En todas sus temáticas, Patricia jamás cae en la expresión grotesca, en la desesperanza, en el amargo pesimismo, ni en el lamento quejumbroso por lacerante que sea la herida.
En el poema “El otro lado del espejo” destacamos el verso: “Sonríe triste la infanta solitaria” –en cinco palabras y en su distintivo rasgo, la autora –sin recurrir a metáforas extremas– nos demuestra con ingenio y maestría su magnífico poder de síntesis sin arti-ficios lingüísticos, un extraordinario manejo del lenguaje en un fresco y expresivo cuadro de su propia memoria, una visión serena en tiernas reminiscencias, sin duda, gracias a la herencia espiritual de aquel que cobijó su tierna infancia.
Esta obra de Patricia Benavente Vásquez, es un libro de clara inspiración lírica, intimista y confesional, libre de afectación literaria. Un texto rico en matices espirituales, armonía y naturalidad.