Miguel Hernández, el poeta pastor, el poeta del pueblo español y de los pobres, el poeta de la libertad, destaca en su generación por su deseo de enriquecer la tradición de las letras hispánicas. Enraizado en la tradición literaria española, actualiza la poesía y se convierte en el mejor representante en su vida y su obra de la aspiración de mejoramiento ético y estético de la literatura moderna. Es el autor que abre los caminos poéticos de la posguerra, que desarrolla la lírica española de la década de 1950; es, además, el poeta más cercano a la sensibilidad popular y uno de los más respetuosos de su tradición literaria. Fue soldado y eligió luchar por la justicia, vivió lejos de su familia y sufrió la prisión. Pero jamás claudicó de sus ideales y no se dejó vencer por las difíciles circunstancias de su tiempo. A pesar de su temprana muerte a los 36 años, nos legó un ejemplo de entrega a la justicia y de ética humana; y desarrolló una poética que es canto a la libertad, en que la pasión, la energía del sentimiento, el vigor intimista de sus versos, lo hacen sobresalir en su tiempo y entre los líricos hispanoamericanos del siglo xx.