“Se ven a sí mismos como Batman y Robin porque es lo que tienen más a la mano. Y no es que la comparación sea falsa, es que se queda incompleta. Germán y el Manco son sin duda una versión de lo que el Hombre Murciélago y el Niño Maravilla habrían podido ser si en lugar de la intemporal Ciudad Gótica la vida los hubiera tirado de cabeza en nuestra época y en esa tierra de nadie en la que viven los que huyen de las violencias, pero a lo largo de las páginas, que son pasos pues Fóllale, Manco es una novela de carretera, uno puede igual identificarlos con los protagonistas de “¿No oyes ladrar los perros?” de Juan Rulfo, con Sal y Dean de En el camino o con una improbable pareja formada por el Benjamin Compson de El ruido y la furia e Ignatius J. Rilley de La conjuración de los necios. Ya en este punto hay que decir sin pudor que a punta de diálogos, nuestros caminantes también hacen pensar en Abbot y Costello, Ortega y Gasset y, se veía venir, un Don Quijote y Sancho Panza tropicales, desplazados y posmodernos.”