Poesía descalza

Poesía descalza

Autodidacta, María Acuña fue la primera mujer en ponerse pantalones y en fumar en público en su villa natal de Herrera del Duque (Siberia Extremeña, Badajoz). Tras sobrevivir a la guerra fratricida española, crecer con hambre en tiempos de racionamiento, y rebelarse contra una sociedad que exigía a las viudas veinteañeras seguir enlutadas hasta la muerte, a mediados de los años cuarenta -maleta de cartón en ristre- dejó su pueblo en busca del anonimato y el progreso que prometía el Madrid de posguerra. A pesar de su falta de formación académica y de medios, Acuña no pasa desapercibida en la capital, por entonces en plena expansión. Establece sus primeros contactos con el mundo artístico a través de personalidades como Cayetana Fitz-James Stuart, Duquesa de Alba; Antonio el Bailarín, Pepita Reyes, folklóricas y actrices de primera fila, y jóvenes cronistas que forman hoy parte de la historia del periodismo español. Su abierto desafío al patriarcado imperante durante la posguerra en España y las ansias de cruzar fronteras, que la conducen hasta Iberoamérica, hacen que la obra de María Acuña se caracterice por el amor incondicional a la libertad y por un gran humanismo. Sus versos declaran: “Por la vida siento la fuerza / y es la fuerza que me da la vida. / El hambre de justicia me sustenta. / La sed de la razón da valentía”.

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  • Índice
  • Prólogo
    • Prólogo de Isabel Balseiro
  • Amor y desamor
    • Alli sentada en la orilla
    • Giró la llave su tiempo
    • Libertad la que tú tienes
    • No me importa que te burles
    • Ya te fuiste vida mía
    • Es la noche larga cuando te atormenta
    • Dormí en tus brazos la noche aquella
    • Quedó herida la paloma
    • Un teléfono en mi mente
    • Presiento el frío de tu despedida
  • Guerra y paz
    • Es tu lucha poesía en sentimiento
    • Dicen que piden al cielo
    • ¡Qué sacrilegio!
    • En este Pulgarcito del mundo
    • Como el hombre en la guerra
    • Por la vida siento la fuerza
  • Campo y naturaleza
    • Como es mi pueblo pa jonra
    • Dios mío
    • Hace ya sesenta años
    • Son multicolores de florecillas que crecen
  • Epílogo
    • Epílogo de Desiderio Vaquerizo Gil
  • Agradecimientos

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