En este segundo libro de Raúl González García, las potencias de la infancia, del viaje y de la imaginación vuelven a ser convocadas. Un yo poético, que a un tiempo es individual y colectivo, se embarca en una huida espacio-temporal en busca de la pureza perdida y la visión. En su trayecto ascético, estos adolescentes, guiados por el delirio –un impulso similar al que tienen los protagonistas de La cruzada de los niños, de M. Schwob–, abandonan la familia, los tópicos y el lenguaje común para ascender hacia la liberación y el desprendimiento. Como si de un cuento alucinante se tratara, diversos personajes del bosque (seres naturales, minerales o vegetales, animales o humanos) intervienen como aliados o antagonistas para ayudar a los jóvenes en este empeño. Los poemas se van condensando, a medida que transcurre el periplo, hasta llegar a la disolución final. Al término del viaje, lo blanco, el silencio, lo puro, se resumen en un solo verso en el centro de la página: «La nieve». En definitiva, como en las primeras palabras escritas conservadas de Kafka, podríamos decir que «Hay un ir y venir / Un partir, y a menudo… no regresar».