“Se despertó el sol en un eilach desolado y vacío, sin una casa en el horizonte excepto la de Badri y el chamizo de lata donde Zari se refugiaba por las noches.
”Badri echó a andar hasta llegar a la duna y una vez arriba empezó a observar el pueblo. Parecía una mancha en un desierto sin vida, donde el viento cimbreaba las copas de las palmeras, y las nubes se formaban y se deshacían para formarse de nuevo”.
Las raíces atemporales de la violencia nos enseñan que las injusticias engendran injusticias, aunque eso sea algo que solemos olvidar. en un pueblo libio de mediados del siglo pasado, el espacio se convierte en un lugar donde la fantasía se interrumpe con las realidades y donde el valor del tiempo no es otro que el que ordena la memoria de sus personajes. sirviéndose de la técnica del flashback, mohammed alarishia nos permite asistir a un presente reelaborado en la mente de los protagonistas y cargado de retazos del pasado de una vida que se detuvo hace mucho. La lluvia, intensa y constante, que moja y vertebra la tristeza de los rostros de los vecinos de eilach, el viento azotando permanentemente, el fuego como instrumento para acabar con todo, y el sol como alegoría del renacer a una nueva vida, serán los elementos que conformen una atmósfera donde respira lo mágico, lo insólito y lo absurdamente trágico. al más puro estilo del realismo mágico, Los últimos días en Eilach introduce al lector en la entretela de una pequeña comunidad que permanece inmóvil surcando los recuerdos de un pasado que no fue mejor. el absurdo, llevado a su máxima expresión, se materializa en esta obra a través de hechos inverosímiles que vienen encadenados a órdenes tomadas desde arriba, y que conforman los ecos de un poder inmanente y absoluto que baraja en sus manos el futuro y el pasado de gente corriente. La violencia, verbal y física transpira entre sus páginas, una violencia justificada por la defensa al más débil ant...