Nadie mejor que un fotógrafo conoce el poder de una imagen para transmitir emociones. Quizá sólo el poeta. Jesús Martín es ambas cosas. Una composición tan breve como el haiku es una fotografía con palabras. Palabras que Jesús utiliza como ancla para atrapar sensaciones y sentimientos, fijándolos en el tiempo, haciéndolos permanentes, constantes. No quiere decir esto que su poesía sea estática; al contrario, sus poemas están llenos de movimiento, de acción, pero ese dinamismo externo tiene la función de hacer que la emoción perdure.