En el Prólogo de la primera edición de esta obra decíamos, entre otras cosas, lo siguiente:«Los defectos de éste, sin contar la parte principal que corresponde a la insuficiencia del autor, encontrarán atenuación y alguna disculpa en las circunstancias de lugar y tiempo en que fue escrito. Escribióse, es verdad, en la patria de Séneca; pero escribióse en medio de las múltiples y gravísimas atenciones propias del cargo episcopal, lo cual vale tanto como decir que se escribió sin espacio y vagar convenientes, y, sobre todo, sin la tranquilidad de espíritu, tan necesaria para emprender y llevar a cabo esta clase de trabajos. A corregir en parte estos defectos se encamina esta segunda edición de la Historia de la Filosofía, pues aunque tiempo ha que se agotó la primera, no hemos querido dar la segunda hasta poder introducir en ella algunas adiciones y mejoras que reclamaba, y que no nos ha sido posible realizar antes por falta de elementos, de tranquilidad de espíritu y hasta de espacio material, a causa de nuestra traslación a Diócesis diferentes, y de las múltiples y graves atenciones propias del cargo episcopal, sobre todo durante los primeros meses y años del gobierno de una Diócesis.