En algunas ocasiones la gente tiende a pensar que la bondad no merece la pena y que las malas personas son las que terminan disfrutando de la vida. El presente ensayo adopta el punto de vista opuesto: ser bueno merece la pena y es algo que la gente aprecia e intenta ser, aun sabiendo que no es fácil conseguirlo. La bondad es algo que queremos para nosotros mismos y para las personas a las que apreciamos. Tras aclarar de qué trata la ética y en qué consiste la identidad personal, el autor expone los rasgos que definen a una buena persona. En primer lugar, son buenas las personas que están informadas sobre sí mismas y sobre el mundo que les rodea. Además son aquellas capaces de analizar las situaciones a las que se enfrentan, valorar sus dimensiones morales y tomar las decisiones más adecuadas. Por último son buenas personas quienes poseen un conjunto de sentimientos morales como la empatía, el valor y el amor. Llegar a ser buena persona consiste en esforzarse por alcanzar un equilibrio armonioso entre esas tres dimensiones, de tal modo que nuestra identidad personal sea a un tiempo bella y buena, y el conjunto posea la firmeza de un cable bien trenzado a partir de los débiles hilos que constituyen la trama de nuestra personalidad.