Algunas veces, las segundas oportunidades son la llave para alcanzar la felicidad.
Maggie ha sufrido lo que ninguna mujer debería sufrir jamás.
Fue atacada cuando era una niña y debe reconstruir su vida desde ese momento. A pesar de todo lo que le ha pasado, sigue queriendo creer en el amor y tiene claro lo que quiere para el futuro, aunque la vida siga sin darle facilidades.
Trent es el chico de la mirada intensa, el del pasado triste y el futuro incierto… También él está marcado por su infancia, pero considera que tiene el presente que se ha buscado y se niega a imaginarse un futuro.
Es el muchacho de las palabras bonitas, el de las lagrimas sin derramar, el que no tiene ganas de vivir.
Hasta que ve a Maggie y, con solo una mirada, su existencia cambia para siempre.
Maggie y Trent están hechos el uno para el otro aunque lo sepan desde el principio; su amor es de los que se cuecen a fuego lento, de esos por los que hay que luchar. De los que dan miedo porque todos los sentimientos florecen, y de los que escuecen, porque cuando dos personas se encuentran en un camino lleno de baches, de imposibles y sobre todo, de fantasmas que no les permiten avanzar, saben que el amor duele.
¿Será posible que dos almas rotas se puedan unir para ser felices?