Historias para antes de apagar la luz.
Estos nueve cuentos que presento en esta edición no son más que una pequeña selección al azar de los muchos que le contaba a mi hija Helena cuando era pequeña antes de dormir.
Empezó siendo un juego y terminó por crearnos una adición a los dos, antes del ritual del arropar y el cariñoso beso de las buenas noches. Son estos unos cuentos cuyo argumento era inventado en el mismo momento o minutos antes de entrar en su habitación y que luego se iban desarrollando sobre la marcha al capricho de las preguntas y comentarios curiosos de Helena.
Quiero dar testimonio con esta pequeña muestra de que a todas las edades, movidos por el cariño, conservamos la capacidad de creación de una fantasía mágica para inventar historias que contribuyen a proporcionar momentos de felicidada niños y a mayores.
Cualquier objeto, animal o planta pueden cobrar vida en nuestra imaginación y convertirse en el protagonista de relatos llenos de contenidos tiernos y deseables y con un final feliz. Cuando se pierde esta capacidad de creación, de fantasía y de magia, perdemos la inocencia, o mejor dicho, la soterramos desgraciadamente bajo capas de madurez y rigidez que nos agobian y endurecen nuestra alma, comunicando energía negativa a nuestro alrededor.
Animo a los padres, a las madres o a cualquier familiar de un niño para que, atravesando las capas duras y oscuras, saquen a la luz la inocencia, el cariño, la ternura y la sencillez que llevamos dentro para hacer felices a los demás.