Cuando llegues al último capítulo en la mascletá, ahí te faltará la respiración, lector/a.
Una chica joven, muy rica, maltratada por su marido que intentó matarla, se va con su madre Genoveva, que la lleva a esconder a una playa desierta de Valencia. Es invierno y han alquilado un piso en el paseo marítimo.
Esta chica es una de las niñas que a parecen en la novela Transición.
La madre se vuelve a Madrid y ella se queda sola en el pueblo, donde conoce a una escritora anciana de best sellers que también se ha refugiado allí para escribir.
Algunas veces va a verla Regina, amiga de su madre, y se queda con ella unos días. Regina, que es anticuaria, le está enseñando anticuariado. Ella, al igual que su hermana, no tienen estudios, han mal trabajado en diversos proyectos fracasados y solo tienen el barniz cultural de las gentes ricas.
En el pueblo vive un chico, sin un céntimo, solo en una casa de su abuela que está rehabilitando. El chico es hijo de funcionarios y tiene otro hermano que vive en Logroño. Esperan que muera su abuela, mujer de pasado tormentoso que él descubre en la playa; quieren heredar de una puta vez, como dicen. Ella y el chico empiezan a salir y a acostarse en una relación tranquila. Durante todo el tiempo ella cree que el marido va a venir a matarla.
Cuando llegan las Fallas, van a Valencia y en una mascletá que los ha engullido aparece el marido. El final es totalmente sorprendente e inesperado. Todos los capítulos de la novela están encabezados con reflexiones de Quevedo, versos sobre «la rueda de la Fortuna».
Novela de género negro.