En ciertos lugares se legisla hoy para decretar la muerte de una religión que se califica de contraria a las leyes del progreso... y a los instintos del placer. A una tal teoría, que se empeñan en llamar progresista, nosotros responderemos con los hechos, mostrándoles a un hombre consagrado a Dios y transformado por tanto en bienhechor de la humanidad, es a saber, a un verdadero «progresista», alguien que se esforzó para perfeccionar la condición humana. La vida de Pascual viene a resumirse en estas tres frases: él tuvo para Dios un corazón de hijo; para consigo mismo, un corazón de juez; para la humanidad, un corazón de madre.