"Entonces algo como canto sale de algo como boca, algo como una o, un ó enorme que toma primero los oídos y después se extiende por la espalda, el vello del vientre, hecho un escombro bonito, un naufragio en lo seco, un puñado de arroz lanzado hacia lo alto, y es en nuestra voz el llamado lejano de una campana, canto y me asombro con eso…" "En Ó, la habilidad para entrelazar voces diferentes ubica el texto en un área del lenguaje en la que las diferentes olas de géneros se encuentran sólo para perder, cada una, su especificidad –escribió Florencia Garramuño–. Ni narrativa ni poesía, los textos de Ó dan voz a aquello que no puede ser expresado por el lenguaje. Grito o interjección, ni siquiera una palabra, Ó, como en el título, es escritura que convierte el lenguaje en una materialidad corporal cuyo objetivo no es reproducir o duplicar el mundo sino, en cambio, ser parte del mundo. La resistencia a los géneros y a la especificidad del lenguaje sería, para ponerlo en palabras de Ramos, la intención de escribir “en un lenguaje calcinado, (…) hecho de pedazos y destrozos”. Lenguaje que es parte, por lo tanto, del mundo".