Condensación del Sentido Si la palabra poética es palabra de violencia contra la palabra establecida, entonces, la de Revagliatti acude con títulos más que habilitantes a la escena de la POESÍA, a la que accede por la puerta ancha. Leo y siento. Acuso recibo de una de las máximas virtudes: me inquieta. Leo y oigo: color, luz, ritmo que me remite –Dios sabe cómo– al RAP. Y de la mejor manera. El trámite sonoro que asiste con logro creativo superando los riesgos de la “tentación ingeniosa”. Juego de palabras-siempre-sobre sólidos discernimientos. Musicalidad caprichosa de melodías que atrapan y cursan por ríos de excitante y gozoso fluir. Valentía de rupturas no como acrobacia exhibicionista sino como propuesta de responsable invención. Opera sobre los vocablos con solvencia alquimista. Digo que los toma, los domina, los puede. El toque irónico, la referencia social, el dato histórico, la suerte de la especie como objetivo superior de la preocupación generadora. Destacable la frase acuñada de lo cotidiano anecdótico manejado con lenguaje “callejero”. Se interroga y se responde con enumeración en cascada. El lunfardo –hábilmente dosificado– asoma oportuno, enriqueciendo la construcción formal y la esencia de lo conceptual. Lejos –felizmente– de tediosas transcripciones literarias del pensamiento o de la emoción, es una poética de condensación del sentido. Lejos también de toda señalización docente y pontificante. Marcos Silber