Cuarenta años: la edad en que uno ya no puede seguir prometiéndose que cuando uno sea mayor hará esto o aquello...La edad en que debe aceptar que la verdadera vida es ésta, la de todos los días, con su mediocridad a cuestas...La edad, entonces, en que los caminos se bifurcan: de un lado la realidad, del otro los sueños. Y cuánto más limitación y renuncia en el lado de acá, más desaforada, disparatada, gozosa la libertad que sólo reina en el de allá.