La poesía de Pablo Mackenna, a diferencia de mucha otra de hoy, es elocuente, no susurra, no musita, no se extravía consigo misma, es una poesía que quiere decir, nombrar con decisión, sin vacilaciones y en voz muy alta. Ha recuperado la tradición del canto, esa que nos remite a Pound, a Whithman, a Baudelaire, una voz de sonoro timbre, música fuerte, es la que oímos cuando el poeta nos interpela. No hay timidez que valga, ni pudor, el poeta se muestra, abre su pecho al dolor, sujeto y oficio, en procura de una verdad que quiere ser proclamada. No es poesía de medias tintas, no busca ternuras ni mimos, va de frente ante el dolor que la vida nos opone y lo mira con ojos encendidos, lúcidos, y si a veces es cruel, impertinente o deslenguada, lo es consigo misma y con el hablante, pero al final del día, rebosa compasión por el otro, ese otro que eres tú, ese yo que es otro. Una obra cuantiosa, endemoniada y febril.
Gonzalo Contreras
- Cover
- Title page
- Copyright page
- Índice
- Este poema no es un poema
- La sal de la vida
- A veces escribo poemas en mi cabeza
- Balances
- A pablo
- ¿Cómo fue?
- Fe de ratas
- Sillas huachas
- Deus ex machina
- En el café
- Cerezos
- Perderlo todo
- Dios te habla
- Cada día menos
- La trenza cortada
- La pandemia de Dante
- Hay nubes tan largas
- Ocupa
- Puntito
- Copos de nieve (a la niña de mis ojos)
- Me compré un reloj
- Y la muerte se volvió de pasos ligera
- El cielo comienza en tus pies
- Resulta que me canso de ser yo
- No me sueltes
- ¿Por qué me has abandonado?
- Y el verbo se hizo carne
- Lloro
- Me río en tu cara
- Mentiras