Este conjunto de crónicas nos recuerda que Valparaíso no solo es una postal de escaleras y ascensores. Existe otro Valparaíso, uno que no se difunde, pero que porfiadamente existe. Un Valparaíso que existe en los cerros y las quebradas de la ciudad puerto. Patricio Aeschlimann nos invita en sus crónicas a rescatar un patrimonio que no es reconocido, pero que es depositario de las prácticas más comunes del puerto.