La razón de este libro es exponer que el oficio del psicoterapeuta no es una labor sencilla; es trabajar con el sufrimiento humano, y al jugar con fuego se corre el riesgo de quemarse, pero como todo fuego, también este tiene dos aspectos: la combustión y la producción de luz. He intentado mostrar diferentes casos con varios errores y desaciertos en la práctica psicoterapéutica para que se pueda comprender que no se trata solamente de aprender un método o una teoría, sino que hay mucho de intuición, de afecto y de arte, pero sobre todo, lo importante para el psicoterapeuta es haber trabajado sus propios complejos y sombras -inconsciente personal- para no proyectar en el paciente asuntos no resueltos. En muchas oportunidades me he sentido agotado como persona, como psicoterapeuta, cansado de ver pacientes, abrumado y desanimado. En esos momentos dudo acerca de mi profesión, a veces pienso si no hubiese sido mejor haber escogido una profesión diferente, “útil” y menos sola. Sin embargo, paradójicamente, recibo de mis pacientes sus visiones, experiencias y hasta sabidurías sobre la vida, por lo que constantemente me veo en la necesidad de revisarme para evitar poner mis proyecciones sobre ellos. Todas estas experiencias me hacen estar más en contacto con mi psique, con mis necesidades, con mi vocación... en pocas palabras, con mi propio proceso de individuación.
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