Este libro-poemario posee una singular novedad. Jesucristo no es el tema objeto de la invocación o súplica, como ocurre tradicionalmente en la poesía religiosa. No habla el poeta-creyente al Señor, sino que es Él mismo quien nos habla desde la cruz. No son sonetos a, sino sonetos de Jesús crucificado. El único Señor y Dueño de la Palabra nos revela su divinidad y humanidad; nos regala el don de su amor y su perdón, nos comunica su vida eterna.
- INTRODUCCIÓN
- Confesión
- En la fe de la Iglesia
- Estructura del libro
- Expresión literaria: sonetos
- Sonetos en un contexto
- “Sonetos de Jesús crucificado” y sus fuentes
- PRÓLOGO
- Por quererte hasta la muerte
- Lo mismo que te amé, así te amara
- PRIMERA PALABRA
- Mis brazos siempre abiertos
- Judas, amigo mío, ¿a qué has venido?
- Más florece el perdón con que te espero
- SEGUNDA PALABRA
- Tú que fuiste ladrón arrepentido
- ¿Qué has hecho del amor que yo te he dado?
- Si hablan vivas, en flor, ensangrentadas...
- Yo soy Jesús, a quien tú crucificas
- Bájame de esta cruz donde me han puesto
- TERCERA PALABRA
- Ahí tienes a tu madre y madre mía
- Madre junto a mi cruz
- CUARTA PALABRA
- Desde lo más profundo alzo mi grito
- Eloí, Eloí, lammá sabaktaní?
- Tú dices: «Mi Señor me ha abandonado»
- Más hondo que el dolor de mi costado
- Mírame en esta cruz: ¡dame tu mano!
- QUINTA PALABRA
- Tengo sed
- Tu Cristo soy: Dios y hombre verdadero
- Sangre y agua me brotan del costado
- ¿Quién podrá apagar ya mi desvarío?
- Esta vida que estalla del costado
- Mil muertes por ti padecería
- Naciste de un Adán crucificado
- Porque te amaba
- Ven, amor, a probar la santa cena
- Toma la rosa de mi pecho
- ¿Quieres probar mi ardiente cáliz?
- SEXTA PALABRA
- Consummatum est!
- ¡Consumado amor!
- Soy un hombre, soy Dios y soy un reo
- «¡Ven!», te grita mi sangre
- ¡Cuánto te quiero, amor, ay, amor mío!
- SÉPTIMA PALABRA
- Vuelvo a ti, Padre
- Mi victoria es más firme que la muerte
- ¿No te basta la sangre de un Cordero?
- Ya no me queda más con qué quererte
- ¡Muerte, estás de muerte herida!
- EPÍLOGO
- ¡Ay, si pudieras...!
- ¿Qué más podría hacer tu Dios por ti?
- ÍNDICE