Este es un libro rebosante de información, de buen humor, con los avatares que una vida centenaria puede ofrecer a quien vive en el país, su país Colombia, a quien vive por fuera del país y a quien siempre le interesó lo que pasaba en ambos lados. Otra forma de contar la historia es vivirla por los demás, o convertirse en un relator coadyuvante, una especie de notario que registra las experiencias de un ser humano, cuya vida tiene interés y cuyas posibles memorias son dignas de preservarse. Pinzón pensó durante años que la vida de don Próspero merecía contarse y que todo lo que recordaba su personaje o todo aquello en que había tomado parte, constituía una historia que hilvanada con simpatía, con juicio, con mesura y con humor, debía preservarse.