Hasta ahora, la propuesta de la Psicología ha consistido en intentar liberar a la persona de sus paranoias, de sus rabietas, enseñándole cómo había de comportarse de acuerdo con una Ética de ir por casa, indicándole dónde estaban las llaves que abren las puertas a una felicidad de mentira, a una convivencia ficticia pero esclavizante, a un sentido del yo de lo más fantasmal. Pero el riguroso presente en el que estamos ahora mismo ya no admite lavados de cara ni composturas: por fin hemos descubierto que la solución no es liberar a la persona de sus miserias; la verdadera solución, la auténtica revolución personal, es liberarse por completo de la persona.
—Eres un amor, adióoooosssss.
Después de la experiencia de la muerte del ego, en la que se pierde la vieja definición del propio ser, cómo no preguntarse: ¿qué viene después? ¿Cómo es este nuevo yo?