No hubiera podido decirse en qué dirección iba el crepúsculo. Como si fuera un relámpago surgió el odio inconfesado que duerme en el fondo del amor, aquella furia mineral sólo tiene de humano los cabellos y la voz. Dora se percató de que entraba en un mundo donde no había ni leyes ni verdades. Siempre ambivalente, Gaby la conduce por derroteros ignotos; alude a algo desconocido que se posee o se niega. Dora adivina que su poder de seducción emanaba de un erotismo caribeño bañado en un aceite perfumado y espeso; la ambivalencia misteriosa de ese ser de sexo incierto o disimulado era muy intensa. Se horrorizó de lo que pensaba. Internamente sintió la potencia de su seducción. Es poderosa, debo ir con cuidado, se dijo.
Dora está inspirada en el famoso caso de Sigmund Freud que inició el psicoanálisis. Zavala parte de esa estructura para crear un personaje de nuestra modernidad, cuyo mayor deseo son el saber y la escritura. Esta Dora nos atrapa con una histeria que ha de provocar al lector interés y curiosidad. Todo transcurre en Puerto Rico, en los años 1960-1970, y de modo abierto, el personaje avanza desde la niñez en su círculo familiar –conformado por una madre posesiva, abandonada por el padre, y un hermano mayor– con su afonía y ataques de tos, su amiga de la infancia, y su deseo por el saber. Los lectores se enfrentan con la histérica, eléctrica y enloquecedora Dora, sus amores literarios, junto a la poderosa atracción que siente por otra mujer, Gaby, conocida pintora, que la va seduciendo sutilmente. Su noviazgo y breve matrimonio para huir del deseo que ésta le inspira, indican su miedo a enfrentar sus fantasmas. Dora invita al lector a construir narraciones alternativas. El relato abre un mundo de hipótesis y saberes de la vida sexual y de la histeria.
Dora es una novela intimista que explora sin descanso el interrogante femenino histérico por naturaleza: ¿qué es el amor?, ¿vale la pena amar?, ¿existe el amor cuando se institucionaliza, o en cambio fluye con la pasión del goce compulsivo, nunca suficientemente retribuido? La Dora de Iris M. Zavala es una Dora contemporánea, abrumada por los vericuetos de una sociedad del mero espectáculo, que tendría mucho que decirle a Freud. Aún hoy.