La lentitud del espía no es un libro para leer, o al menos no sólo para eso: es un libro para zambullirse en él, para merodear en sus orillas, para descubrir la luminosidad de lo oscuro y la geometría sinuosa de las palabras, para aspirar el humo de un cigarrillo mientras llueve en la memoria y la mirada se detiene en el reflejo de una mujer tras la ventana.
La lentitud del espía es el relato de una espera y de un crimen, de un momento que son muchos momentos y de una mirada que es la de un espía porque espiar está en la naturaleza de los seres humanos, aunque no sean espías. Vuelta de tuerca en la obra de Alfons Cervera, esta obra singular condensa y funde poesía y prosa en una escritura sin parangón en la actual literatura en lengua española.