Parte de la historia del mundo contemporáneo, atroz y esperanzada, de la mano de unos escritores que forman ya parte de nuestras vidas.
Una visión desde la ventana del apartamento de Bertolt Brecht en la calle Chaussentrasse, de Berlín; una fotografía de Óscar Wilde, al final de su vida, en el Campidoglio romano; el portal desaparecido, arrasado por los nazis, de la calle Krochmalna de Varsovia, donde vivió I. B. Singer; un olor errante de café, en la finca de Kenya donde soñó Karen Blixen; un inexistente jardín de Ferrara, donde Giorgio Bassani imaginó a la joven Micòl Finzi-Contini; una terraza abierta al océano índico, donde Evelyn Waugh miraba los incendios de África; un viejo oldsmobile utilizado para recoger los ecos de los días de lluvia caribeños y la espuma perdida de la Cuba donde vivió Ernest Hemingway; una premonición y una certeza que mantenían encerrado a Cesare Pavese en una habitación de hotel en Torino, horas antes de su suicidio; el estrépito de las chirimías y los tambores sordos que escuchaba Elías Canetti en Marraquech, en los años de la colonia francesa; un recuerdo de Primo Levi trabajando como enfermero para el Ejército Rojo, después de haber salido del infierno del campo de exterminio de Auschwitz; y, en fin, un murmullo en la sala de vistas donde los siniestros fiscales del comité de McCarthy interrogaban a Dashiell Hammett, con la sombra acechante de la prisión de la calle West de Nueva York.
Con esas y otras imágenes, las páginas de este libro trazan un recorrido por la memoria existencial y por la obra de grandes escritores contemporáneos, mientras visitamos algunos de los lugares donde vivieron, escuchando las mareas del océano o viendo la jungla de cristal de los rascacielos modernos, sintiendo las extraviadas desdichas y, también, el vendaval generoso de un tiempo que sigue estando entre nosotros.