Hace cientos de años, Dilvish, mitad elfo mitad humano, interrumpió al peligroso mago oscuro Jelerak en pleno ritual mágico. Semejante atrevimiento le valió el peor de los castigos: su cuerpo fue convertido en piedra y su alma condenada al infierno. La estatua resultante se colocó en la plaza de una ciudad que, tiempo atrás, Dilvish había salvado de ser conquistada.
Cuando los habitantes de Portaroy vuelven a necesitar la ayuda de su héroe, hacen todo lo posible por rescatarlo del infierno en el que está retenido. Al volver al mundo de los vivos, lo hace acompañado de Black, una demoníaca montura con cuerpo de metal, y de una cegadora sed de venganza... pero parece que el destino tiene otros planes para él.