Algunos dirán, y lo he escuchado: qué de interesante tiene leer sobre la vida de otros, o qué de interesante es para un artista basar la obra en sí mismo. Esa mitificación del arte, como si el proceso creativo fuese un lapsus ajeno al propio devenir, es un coartante error. Es justamente en esa vorágine interna donde se encuentra el material fértil de las primeras búsquedas y, porqué no decirlo, de la búsqueda eterna que da sentido a dedicarse a una disciplina artística. Trabajar con los propios fantasmas, dirá Antonin Artaud, desde su poesía desenfrenada, neurótica y envolvente.