Heiner Müller, tomando como base argumental la tragedia de Sófocles, aborda el problema de la fidelidad a los ideales y el peso de la memoria como condición de la acción. Fiel, tal vez, a su objetivo didáctico, el autor no asume una posición determinada previamente, sino que presenta el flujo continuo de un ejercicio dialéctico notable por su consistencia e implacabilidad, y sin conmiseración alguna, reflexiona sobre las implicancias
de fundar sobre la violencia un proyecto comunitario. Pero Filóctetes representa, además, la idea de la herida que no cicatriza (que no cierra), y como tal, ha sido símbolo de la persistencia de la memoria y del trauma histórico. Todas estas razones hacen de esta obra un texto profundamente político.