Confieso que al escribir cada una de estas biografías se me escaparon lágrimas y sonrisas pero que curioso, siempre de alegría, nunca de tristeza. Sin embargo, en el recorrido por los momentos difíciles de nuestros ídolos sentí melancolía, por segundos me dolió el alma al saber cómo su éxito pudo enmarañarse en la incredulidad y la falta de apoyo, pero pronto ese sentimiento se esfumó al conocer la enorme fuerza de cada uno de ellos. Por instantes son como las olas del mar, aquellas le diez metros, imbatibles. Vivieron tormentas en el corazón pero al final llegaron a la placidez de su playa soñada.