Italo Calvino declaró que Ariosto era su poeta, algo que la lectura de gran parte de su obra demuestra sin necesidad de más pruebas. Por ello, este libro es el resultado de un encuentro al que el autor ya nos tiene acostumbrados. Calvino no pretende reemplazar a Ariosto, sino contarnos, mediante su prosa, con entusiasmo y sin prisas, las vicisitudes de ninfas, paladines, guerreras y magos que pueblan tanto el poema de Ariosto como, por una milagrosa metamorfosis literaria, novelas como El barón rampante, El caballero inexistente o Las ciudades invisibles. Y cuando la narración de Calvino llega a puerto, como él mismo dice de Ariosto, «el poema sale de sí mismo, se define por medio de sus destinatarios; y a su vez es el poema mismo que sirve como definición o emblema de la sociedad de sus lectores presentes y futuros, de la totalidad de personas que participaron en su juego y que en él se reconocerán».
- Portadilla
- ORLANDO FURIOSO
- Presentación, Italo Calvino
- Angélica perseguida
- Bradamante y el Hipogrifo
- Rinaldo y Ginebra
- La Isla de Alcina
- Orlando, Olimpia, el arcabuz
- Olimpia abandonada
- Las encadenadas de la Isla del Llanto
- Mandricardo rapta a Doralice
- Rodomonte en la batalla de París
- Astolfo contra Caligorante y Orrilo
- Cloridano y Medoro
- El palacio encantado
- El duelo por la espada Durindana
- La locura de Orlando
- Fiordispina y Ricciardetto
- La discordia en el campo de Agramante
- Muerte de Zerbino e Isabel
- Rodomonte, Orlando loco, Angélica
- Magnanimidad de Bradamante
- Astolfo en la Luna
- Bradamante y Marfisa
- El duelo de Rinaldo y de Ruggiero
- Orlando recobra la cordura
- El triple duelo de Lampedusa
- Fin de Rodomonte
- Nota del editor
- Créditos
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