Con las intrigas políticas y los enfrentamientos de la nobleza francesa durante la segunda mitad del siglo XVI como telón de fondo, Dumas desgrana la historia de amor del señor de Bussy y Diana de Meridor en un relato lleno de aventuras y acción que traza un sorprendente fresco del reinado del último de los Valois.
- Cubierta
- Portadilla
- Legal
- Prólogo
- Bibliografía
- Portadilla
- Capítulo I. La boda de Saint-Luc
- Capítulo II. Cómo no siempre el que abre la puerta es el que entra en la casa
- Capítulo III. Cómo a veces es difícil distinguir los sueños de la realidad
- Capítulo IV. Cómo la señorita de Brissac, o dicho de otro modo la señora de Saint-Luc, había pasado su noche de boda
- Capítulo V. Cómo la señorita de Brissac, o dicho de otro modo la señora de Saint-Luc, se las arregló para pasar la segunda noche de boda diferentemente a como había pasado la primera
- Capítulo VI. Cómo era «le petit coucher» del rey Enrique III
- Capítulo VII. Cómo, sin que nadie supiera la causa de esta conversión, el rey Enrique se convierte de la noche a la mañana
- Capítulo VIII. Cómo el rey tuvo miedo de haber tenido miedo, y cómo Chicot tuvo miedo de tener miedo
- Capítulo IX. Cómo la voz del Señor se equivocó y habló a Chicot creyendo que hablaba al rey
- Capítulo X. Cómo Bussy va en pos de su sueño, cada vez más convencido de que era una realidad
- Capítulo XI. Qué hombre era el señor montero mayor Bryan de Monsoreau
- Capítulo XII. Cómo Bussy encontró a la vez el retrato y el original
- Capítulo XIII. Quien era Diana de Meridor
- Capítulo XIV. Quien era Diana de Meridor. El trato
- Capítulo XV. Quien era Diana de Meridor. El consentimiento
- Capítulo XVI. Quien era Diana de Meridor. El matrimonio
- Capítulo XVII. Cómo viajaba el rey Enrique III y qué tiempo necesitaba para ir de París a Fontainebleau
- Capítulo XVIII. En el que el lector tendrá el placer de conocer al hermano Gorenflot, de quien ya se ha hablado dos veces en el curso de esta historia
- Capítulo XIX. Cómo Chicot se dio cuenta de que era más fácil entrar en la abadía Sainte-Geneviève, que salir
- Capítulo XX. Cómo Chicot, viéndose obligado a permanecer en la iglesia de la abadía, vio y oyó cosas muy peligrosas de ver y oír
- Capítulo XXI. Cómo Chicot, creyendo que había recibido una clase de historia, recibió una de genealogía
- Capítulo XXII. Cómo el señor y la señora de Saint-Luc viajaban uno al lado del otro y cómo se les unió un compañero de viaje
- Capítulo XXIII. La orfandad del anciano padre
- Capítulo XXIV. Cómo Rémy el Haudouin, en ausencia de Bussy, había hecho amistades en la casa de la calle Saint-Antoine
- Capítulo XXV. Padre e hija
- Capítulo XXVI. Cómo el hermano Gorenflot se despertó, y el recibimiento que le hicieron en su convento
- Capítulo XXVII. Cómo el hermano Gorenflot se quedó convencido de que era sonámbulo y deploró amargamente su anomalía
- Capítulo XXVIII. Cómo el hermano Gorenflot cabalgó sobre un burro llamado Panurgo, y aprendió en el viaje muchas cosas que desconocía
- Capítulo XXIX. Cómo el hermano Gorenflot trocó el asno por una mula y la mula por un caballo
- Capítulo XXX. Cómo Chicot y su compañero de viaje se instalaron en la hostelería del Cygne de la Croix, y cómo fueron recibidos por el posadero
- Capítulo XXXI. Cómo el monje confesó al abogado, y cómo el abogado confesó al monje
- Capítulo XXXII. Cómo Chicot, después de haber hecho un agujero con una barrena, hizo otro con la espada
- Capítulo XXXIII. Cómo el duque de Anjou supo que Diana de Meridor no había muerto
- Capítulo XXXIV. Cómo Chicot volvió a París y fue recibido por el rey Enrique III
- Capítulo XXXV. Lo que había ocurrido entre monseñor el duque de Anjou y el montero mayor
- Capítulo XXXVI. Cómo se celebró el consejo del rey
- Capítulo XXXVII. Lo que venía a hacer al Louvre el señor de Guisa
- Capítulo XXXVIII. Cástor y Pólux
- Capítulo XXXIX. Cómo se vio probado que escuchar es la mejor manera de oír
- Capítulo XL. La tarde de la Liga
- Capítulo XLI. La calle de la Ferronnerie
- Capítulo XLII. El príncipe y el amigo
- Capítulo XLIII. Etimología de la calle de la Jussienne
- Capítulo XLIV. Cómo a D’Epernon le rasgaron el jubón y a Schomberg le tiñeron de azul
- Capítulo XLV. Chicot es, cada vez más, rey de Francia
- Capítulo XLVI. Cómo Chicot hizo una visita a Bussy, y las consecuencias que de ella se derivaron
- Capítulo XLVII. El ajedrez de Chicot, el bilboquete de Quélus y la cerbatana de Schomberg
- Capítulo XLVIII. Cómo el rey nombró a un jefe de la Liga, y cómo no fue ni Su Alteza el duque de Anjou, ni monseñor el duque de Guisa
- Capítulo XLIX. Cómo el rey nombró un jefe que no era ni Su Alteza el duque de Anjou, ni monseñor el duque de Guisa
- Capítulo L. Eteocles y Polinices
- Capítulo LI. Cómo no siempre se pierde el tiempo registrando los armarios vacíos
- Capítulo LII. Ventre-saint-gris!
- Capítulo LIII. Las amigas
- Capítulo LIV. Los amantes
- Capítulo LV. Cómo a Bussy le ofrecieron trescientos doblones por su caballo y lo dió por nada
- Capítulo LVI. Diplomacia del señor duque de Anjou
- Capítulo LVII. Diplomacia del señor de Saint-Luc
- Capítulo LVIII. Diplomacia del señor de Bussy
- Capítulo LIX. Una bandada de angevinos
- Capítulo LX. Roland
- Capítulo LXI. Lo que venía a anunciar el señor conde de Monsoreau
- Capítulo LXII. Cómo Enrique III supo la huida de su bienamado hermano el duque de Anjou, y las consecuencias que de ello se derivaron
- Capítulo LXIII. Cómo siendo de la misma opinión Chicot y la reina madre, el rey se volvió de la misma opinión de la reina madre y de Chicot
- Capítulo LXIV. Donde queda probado que el agradecimiento era una de las virtudes del señor de Saint-Luc
- Capítulo LXV. El proyecto del señor de Saint-Luc
- Capítulo LXVI. Cómo el señor de Saint-Luc mostró al señor de Monsoreau la estocada que el rey le había mostrado a él
- Capítulo LXVII. Donde se ve a la reina madre entrar poco triunfalmente en la buena ciudad de Angers
- Capítulo LXVIII. Las pequeñas causas y los grandes efectos
- Capítulo LXIX. Cómo el señor de Monsoreau abrió, cerró y volvió a abrir los ojos, lo que era una prueba de que no estaba muerto del todo
- Capítulo LXX. Cómo el duque de Anjou fue a Meridor para expresar sus condolencias a la señora de Monsoreau por la muerte de su marido, y cómo se encontró con este que salía a recibirle
- Capítulo LXXI. Del disgusto que producen las literas demasiado anchas y las puertas demasiado estrechas
- Capítulo LXXII. En qué disposiciones estaba el rey Enrique III cuando el señor de Saint-Luc reapareció en la corte
- Capítulo LXXIII. En el que se trata de dos personajes importantes de esta historia que el lector había perdido de vista desde hacía algún tiempo
- Capítulo LXXIV. Cómo los tres principales personajes de esta historia hicieron el viaje de Meridor a París
- Capítulo LXXV. Cómo el embajador del señor duque de Anjou llegó a París, y el recibimiento que tuvo
- Capítulo LXXVI. El cual no es otra cosa sino la continuación del precedente, acortado por el autor con motivo del fin de año
- Capítulo LXXVII. Cómo Saint-Luc cumplió con el encargo que le había hecho Bussy
- Capítulo LXXVIII. En qué aspectos el señor de Saint-Luc era más civilizado que el señor de Bussy, las lecciones que le dio y el uso que el amante de la hermosa Diana hizo de ellas
- Capítulo LXXIX. Las precauciones del señor de Monsoreau
- Capítulo LXXX. Una visita a la casa de las Tournelles
- Capítulo LXXXI. Los emboscados
- Capítulo LXXXII. Cómo monseñor el duque de Anjou firmó, y cómo, después de haber firmado, habló
- Capítulo LXXXIII. Un paseo por las Tournelles
- Capítulo LXXXIV. En el que Chicot se duerme
- Capítulo LXXXV. En el que Chicot se despierta
- Capítulo LXXXVI. El Corpus Christi
- Capítulo LXXXVII. El cual añadirá algo más de claridad al capítulo precedente
- Capítulo LXXXVIII. La procesión
- Capítulo LXXXIX. Chicot I
- Capítulo XC. Los intereses y el capital
- Capítulo XCI. Lo que ocurría por la parte de la Bastilla, mientras que Chicot se cobraba las deudas en la abadía de Sainte-Geneviève
- Capítulo XCII. El asesinato
- Capítulo XCIII. Cómo el hermano Gorenflot se encontró más que nunca entre la horca y la abadía
- Capítulo XCIV. En el que Chicot adivina por qué D’Epernon tenía sangre en los pies y no la tenía en las mejillas
- Capítulo XCV. La mañana del combate
- Capítulo XCVI. Los amigos de Bussy
- Capítulo XCVII. El combate
- Capítulo XCVIII. Conclusión
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