Ella estaba en el cuarto sola frente al espejo mirándose el cuerpo desnudo lleno de escamas y con los brazos excesivamente largos cuando de pronto se dio cuenta que no podía seguir mirándose porque le daba la sensación de que no estaba frente a su propia figura femenina sino delante de una extraña simbiosis que ella misma no alcanzaba a entender. Vivía una realidad inentendible, ridícula, forzada a estar en los vericuetos de un misterio que rompía los límites posibles de su propia existencia.