Cuando se habla del ser por excelencia, para el hombre, nos pone a pensar si es cierta tanta belleza, que la reconoce no solamente el mundo físicamente; sino como lo manifiestan los poetas y "el hombre" en su corazón. "Todos los hombres para ella, él es un poeta", y para el mundo es un conquistador, luego meditamos que jamás le haríamos tal ofensa, para dejarla ser feliz, con el amor que ella expresa en su corazón. Fuera de pensar lo que se expone, es preferible entregarle el cielo de las ilusiones, que las promesas nacen en el árbol con todos sus frutos y para ella debemos controlar nuestras emociones, como controlamos el anillo del dedo de nuestro corazón, reconociendo que somos dos seres humanos en el mundo.