El pueblo de Israel gritaba a su Dios en demanda de liberación cuando se sentía agobiado por la esclavitud egipcia; de igual manera, nuestras comunidades creyentes han gritado y siguen gritando a su Padre Dios pidiendo salvación. Yahvé escuchó los lamentos de su pueblo y bajó a liberarlos; de igual manera, Dios escucha los gritos del hombre de hoy y ha bajado a salvarlo por medio de su hijo Jesucristo. El pluralismo religioso que nos ha tocado vivir se puede considerar como una expresión del hombre que busca la salvación.
La salvación de Dios llega siempre a los hombres y mujeres a través de mediaciones concretas que, sin duda alguna, no agotan dicha salvación, pero sin las cuales no podría tenerse una experiencia salvífica. Así lo atestigua toda la tradición bíblica y patrística, cuando se habla del Éxodo, del Reino de Dios, de la paideia de los padres griegos, de satisfacción en categorías jurídicas. Actualmente, se ha vuelto a dar mucha importancia a tales mediaciones cuando se habla de política, de ética, de ecología, de liberación humana. Lo que preocupa es si estas u otras mediaciones pueden comunicar la salvación de Dios en Jesucristo o están viciadas por intereses egoístas del hombre. El Espíritu puede suscitar otras tantas mediaciones, pero ¿cuáles son? La tarea es un buen discernimiento para identificarlas y poder, de esta manera, seguir hablando de salvación de una manera real y concreta.