Este estudio da respuesta a uno de los mayores enigmas de la literatura española, explicando que Avellaneda, autor del Quijote apócrifo, fue el soldado aragonés Jerónimo de Pasamonte, un compañero de milicias de Cervantes que, tras participar en la batalla de Lepanto y sufrir un largo cautiverio de 18 años entre los turcos, escribió una autobiografía, Vida y trabajos de Jerónimo de Pasamonte. Cervantes satirizó a Pasamonte en la primera parte del Quijote a través del galeote Ginés de Pasamonte, y, al escribir la Novela del Capitán cautivo inserta en esa misma parte, realizó una imitación meliorativa de los episodios militares que el aragonés había descrito en su autobiografía. Como respuesta, Pasamonte imitó a su imitador escribiendo el Quijote apócrifo, que firmó con el nombre falso de Avellaneda. Pero la disputa imitativa no iba a quedar ahí, puesto que Cervantes imitaría el Quijote de Avellaneda al componer la segunda parte de su Quijote.