De manera inigualable, M. B.(Uruguay, 1920-2009) fusiona en estos poemas la sencillez expresiva con la profundidad de su mirada y abre nuevos interrogantes sobre el sentido de las cosas, la vida y la muerte, la oscilante relación con los otros, las quimeras, las emociones y las viejas cicatrices. El lenguaje y los recuerdos, el amor y los sueños, el descubrimiento de viejos objetos y personas y la actitud de observar la vida con la experiencia que dan los años, sin perder la frescura y la capacidad de burlar el tiempo y tender sólidos puentes hacia la esperanza. Testigo de uno mismo conjura los imposibles y se afirma en el poder de la creación poética, en la experiencia personal, en el aprendizaje cotidiano, que ponen al denudo la conciencia.