Este libro lo componen sobre todo narraciones acerca del Dios de la Biblia, pero también de diosas y dioses de la Antigüedad clásica, a veces narraciones no sobre ellos, sino acerca de hombres y mujeres creyentes o descreídos. Los relatos se encadenan en el curso de un diálogo que el narrador establece con sus hijos y sus nietas, que a veces le interrumpen para asaltarle con preguntas desde la sencillez infantil. Pero no es, en absoluto, un libro ingenuo o infantil; antes al contrario, es lectura para madurar y crecer en el uso de la razón. Con carga crítica, las historias no ocultan una intención moral pero sí pedagógica. En un marco no tanto de teología cuanto de mitología y, aun más, de reflexión ética, hablan no tanto de religión y creencias, cuanto de la vida y la condición humana.