Observación, ternura, intensidad, desprovistas de todo cerebralismo e intervención inoportuna de la conciencia. Nada hay en este libro, cerebral.
Nada deliberado. Ni un solo verso discursivo que nos deprima, o que acuse alguna influencia de retórica masculina invadida (Machado, Neruda, Vallejo). Sino: capacidad de evocación con datos inmediatos de la no-conciencia; fragmentos de la memoria en estado puro, que dejan al final un poso, una sensación de extrañeza y maravillamiento sin ser el libro un libro de género fantástico.