Una voz va guiando al lector a través de experiencias que parecen cercanas y que, sin embargo, nos retrotraen a un período de la historia de Chile donde los aborígenes eran los legítimos dueños del territorio. Las conversaciones y actitudes de miembros de la aristocracia criolla, los halagos y críticas de los españoles, la compañía de nativos y mestizos, solo pretenden apaciguar el rigor de la historia. Así van sucediendo acontecimientos de gozo y tristeza, de encuentros y soledades, de calma y conflicto que, como ocurre siempre con la vida, acaban por identificarnos.