Patricia Esteban Erlés nos invita a visitar su Casa de Muñecas soñada, una idéntica a las que salían en aquellas películas antiguas protagonizadas por chiquillas ricas, pálidas y desdichadas; algo tan bonito, tan siniestro y tan delicado que parece imposible que exista fuera de la ficción. Esta Casa de Muñecas tiene un dormitorio con armarios que esconden cosas y parejas que padecen de terror nupcial; un baño lleno de mujeres atrapadas en el espejo; el cuarto de los juguetes retiene a todas las niñas que pudimos ser; y el desván alto y oscuro de esta mansión de juguete, es un rincón maldito donde caben todos los miedos, las fobias irracionales o las criaturas que atormentan nuestra mente. Y hay muchas más habitaciones, más espacios y largos pasillos oscuros. Recorramos esta mansión, conozcamos sus misterios, admiremos su belleza magenta, pero sin olvidar que nos devolverá la mirada. Las casas de muñecas nos miran, se pasan la vida mirándonos.