Desde que vio la luz -el 8 de junio de 1637- el Discurso del método se ha convertido en un indiscutible clásico de la literatura universal (y no sólo de la filosofía). Durante cuatro siglos el destino de Descartes ha sido verse convertido en ese espejo en el que, de cuando en cuando, Europa se miraba tratando de descubrir su propio rostro. Y, de hecho, aún hoy en el Discurso podemos ver palpitar de un modo eminente valores en los que Occidente quiere todavía reconocerse: optimismo de la razón, exigencia de autodeterminación, reivindicación de la propia responsabilidad, humanismo autónomo, exaltación de la voluntad del individuo, solidaridad y anhelo de justicia, apuesta por un futuro mejor para nuestro género y, ante todo, una insobornable ansia de libertad.