Problemas tales como el nacionalismo, el pluralismo político, la crisis de la democracia, la controversia política, el encuentro de culturas, la educación para la ciudadanía y el destino de Europa son los puertos de partida de distintas singladuras que surcan y exploran en varias direcciones la realidad democrática de nuestro país. Lo común a todos ellos es mantenerse en el espacio de una ética pública, recogida expresamente en el marco valorativo de la Constitución de 1978, y procurar edificar desde ella el éthos civil de la ciudadanía, una tarea urgente en un país falto de tradiciones vigorosas de moral pública y, en general, desmoralizado por una cultura traumatizada secularmente por anatemas, expulsiones, persecuciones y guerras civiles, que necesita fortalecer los hábitos de concordia y comunicación. De ahí la insistencia de estas páginas en la virtud cívica y la ilustración, especialmente en la tolerancia y la amistad civil, en un pueblo tan proclive en su historia a la confrontación cainita.